El guionista hispano cubano Alejandro Hernández (Todas las mujeres, Mientras dure la guerra, El día de mañana) firma esta nueva serie original de Movistar+ que se rodará en el país caribeño a lo largo de 2020.

El cineasta hispano cubano Alejandro Hernández es el creador de Habanos, una nueva serie original de Movistar+ anunciada este jueves.

La serie dramática de seis episodios está basada en una idea original del productor José María Morales, fundador de Wanda Films. Está escrita por Hernández y Manuel Martín Cuenca.

Wanda Films produce Habanos en colaboración con el ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos). El rodaje se desarrollará en Cuba a lo largo de 2020.

Hernández, que cuenta con un Goya al guion adaptado de Todas las mujeres y otras tres nominaciones al galardón, ha firmado los guiones de éxitos de producción original Movistar+ como el largometraje Mientras dure la guerra (5 premios Goya), de Alejandro Amenábar, o las dos series dirigidas por Mariano Barroso, El día de mañana y La línea invisible.

Habanos narra la historia de Carlos Ramos, un español que viaja a la Cuba de la década de 1930 y se sumerge en el mundo de las plantaciones de tabaco. Allí conocerá a la joven Hilda Lahera, una instruida joven que lidera el lanzamiento de la primera marca de habanos gourmet de Cuba.

El personaje femenino será interpretado por una actriz cubana que se definirá a través de un minucioso proceso de casting que ya se está desarrollando en la isla caribeña, aseguran desde Movistar+.

Un retrato de Cuba y un viaje a las raíces del autor

«Habanos surge de mi encuentro profesional con José María Morales y nuestro deseo de hacer una historia en Cuba con las plantaciones de tabaco como telón de fondo», explica Alejandro Hernández.

Se dieron cuenta de que el tabaco, probablemente el mayor exponente de la identidad nacional cubana (junto a la música), apenas ha sido mostrado en la ficción.

«Sabemos que Tony Soprano fumaba Cohibas, Wiston Churchill adoraba los Romeo y Julieta, y JF Kennedy firmó el embargo contra Cuba después de comprarse mil Petit Coronas de H Upmann, pero el universo que rodea la producción y cultura del tabaco sigue siendo un gran desconocido, pese a ser igual de fascinante y artesanal que el de los mejores vinos», continúa.

Pero Habanos es, además, un viaje a las raíces cubanas del guionista. «Nací y me crié allí. Y durante 6 años, entre los 12 y los 18, participé en todas las campañas tabacaleras. El tabaco lo he sembrado, lo he cosechado, me lo he fumado y lo he vendido, sobre todo allá por los noventa, cuando por una caja de Montecristo sacaba dinero para pagarme mis estudios de cine en la escuela de San Antonio», narra.

Tras una breve investigación que convenció a Hernández de situar la trama en los años treinta del siglo pasado (época dorada de los Habanos), encontró los personajes y la historia que le apetecía contar. «Lo siguiente era desarrollarla como serie, y para eso no se me ocurrió un guionista mejor que Manuel Martín Cuenca, que lleva 20 años escribiendo conmigo, conoce la isla y es fumador de puros».

¿El resultado? «Una serie cargada de épica, aventuras, amores imposibles y revolución. En definitiva, un retrato de Cuba con sus virtudes y sus miserias, sus anhelos y flaquezas».

Sinopsis

La Habana de los años 30 es una ciudad en pleno apogeo. Una fiesta, como París, pero en el corazón del mar Caribe. En medio de golpes de estado, pujanza económica, música y libertinaje, Carlos Ramos, un actor español que nunca ha pisado América, acepta la propuesta de un joven empresario andaluz para viajar a Cuba haciéndose pasar por él. El objetivo es hacerle ganar tiempo al empresario mientras soluciona sus problemas de vida. Un objetivo sencillo de alcanzar. Carlos solo tiene que fingir, y Cuba se lo pone fácil.

A lo largo de dos meses llevará una vida de lujo junto a una familia acomodada, los Lahera, dueños de las mejores vegas de tabaco del país. Su hija, Hilda, una joven formada en universidades americanas, asume el liderazgo del lanzamiento de la primera marca de habanos gourmet: los Prestige. Carlos no ha fumado un puro en su vida, pero daría un brazo por que Hilda le enseñara…

De repente, un plan fácil basado en suplantar una identidad a cambio de mucho placer y cinco mil pesetas, se convierte en una auténtica pesadilla. Porque no se puede vivir rodeado de privilegios y aceptar, de la noche a la mañana, que ninguno te pertenece.

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