The Head, serie que este viernes 12 de junio se estrenará en simultáneo en 30 países, representa el sueño cumplido de The Mediapro Studio, que hace unos años se propuso «contar historias de todo el mundo, con el mejor talento internacional y que puedan ser estrenadas en cualquier pantalla», según definía Ran Tellem, director de Desarrollo de Contenido Internacional.
Es que este ambicioso thriller de supervivencia, coproducido con Hulu Japan y HBO Asia, transcurre en una estación polar de la Antártida (recreada entre las Islas Canarias e Islandia) y cuenta con un reparto internacional.
Un poco de contexto: la trama comienza con la llegada del invierno y los seis meses de oscuridad en el Polo Sur. Un equipo reducido permanecerá en la Estación de Investigación Antártica Polaris VI para continuar su innovadora investigación al mando del biólogo Arthur Wilde (John Lynch). Pero cuando llega la primavera y el comandante de verano Johan Berg (Alexander Willaume) regresa a la estación, todos los miembros del equipo están muertos o desaparecidos. Un asesino anda suelto y Annika (Laura Bach) no aparece. Si quiere encontrarla viva, Johan tendrá que confiar en Maggie (Katharine O’Donnelly), la joven y conmocionada doctora, aparentemente la única superviviente del grupo.
ttvOriginals dialogó con el madrileño Jorge Dorado, quien a su nutrida trayectoria en cine, en los últimos años ha sumado experiencia dirigiendo series como El Ministerio del Tiempo, Gigantes, El embarcadero y, ahora, los seis episodios de The Head.
¿Qué te atrajo del proyecto de The Head cuando llegó a tus manos?
Diría que tres cosas. Por un lado, lo bien que estaba escrita la historia. Los hermanos [David y Àlex] Pastor tienen una capacidad para ser muy visuales desde lo literario, que es una delicia para cualquier director. Me enganchó la calidad de la escritura.
Luego, me fascinaba el thriller psicológico. El thriller es un género que engloba todo: cabe el humor, el terror, el misterio, el amor… Al final estás contando dramas humanos, pasados por el filtro del thriller.
Y también, suponía hacer algo que no había hecho nunca. Yo he intentado que todas las decisiones de mi carrera estuvieran basadas en algo a lo que le tuviera pavor. En el momento en que vas a lo sabido, pierdes frescura, y tienes algo menos que aportar. Me encanta mi profesión porque me permite hacer cosas radicalmente diferentes.
¿Cuáles fueron los mayores desafíos al dirigir la serie?
Lo más complicado fue generar el puzzle. La serie se ambienta en la Antártida y lo primero que dices es: «Pues vamos a rodar a la Antártida». Luego te das cuenta de que es prácticamente imposible, y hay que encajar varias piezas en un gran puzzle: un plató gigantesco de 2.000 metros cuadrados, con otro estudio donde teníamos parte del exterior con croma, con una plataforma petrolífera donde encontramos parte de las áreas comunes, y luego con Islandia, donde rodamos en lo alto de un glaciar. El gran reto fue conseguir que todo ese puzzle funcionara, que se sintiera natural.
Por otro lado, el casting. HBO Asia y Hulu Japan estuvieron desde el principio del proyecto, pero nos dejaron total libertad para crear. Entonces no teníamos que consensuar las decisiones a nivel creativo. Y The Mediapro Studio me dejó mucha libertad a mí para eso. El reto fue generar ese grupo de científicos y técnicos de la Antártida de diferentes países, y conseguir que aquello funcionara como un todo.
Llama la atención la apuesta de The Head por un cast y una historia tan internacional, cuando parece que lo que funciona es lo glocal.
La historia es la que mandaba. En el momento en que tienes una estación en la Antártida con un montón de nacionalidades que conviven allí, no había una voluntad de hacer nada que no estuviera basado en la realidad. El interés inicial era hacer un proyecto que aunque se manufacturara desde España, pudiera viajar por el mundo entero.
Sin embargo, sí que tiene un Spanish flavour…
The Mediapro Studio, los guionistas y yo somos españoles. Cuando estás contando un género que los estadounidenses y británicos han explotado más, filtrado por la pasión y la cultura arraigada en España, te sale un producto más personal.
A mí me encanta definir The Head como un blockbuster de autor: tiene todos los elementos que enganchan de un blockbuster, pero al mismo tiempo una serie de líneas autorales.
Pero, más que un appeal español, para mí era importante que todos los personajes se sintieran muy reales en sus territorios. Porque la serie se va a ver en Dinamarca, en Japón, en Inglaterra, en EEUU… y quería que los espectadores sintieran que el personaje de su país representa su cultura, que no es un cliché, ni una visión turística de unos guionistas o un director. Para esto ayudó mucho una fase de documentación previa, y luego los propios actores, con modismos al hablar, cambiándose los nombres para que sonaran mejor… Fue un trabajo muy bonito, de darle mucha verdad.
Estamos en un momento de mucho thriller en la TV. ¿Qué aporta The Head de distinto?
La parte psicológica. Hay muchos thrillers que están basados en la trama, en resolver quién es el asesino. Y en The Head, si bien partimos de ese concepto, lo más importante es quiénes son estas personas, qué temas hay detrás de los conflictos y los crímenes, cómo caen las máscaras. A mí me encanta definir a estos personajes que tienen tres tipos de caretas: la social, que es cómo nos mostramos al mundo; al quitarte esa aparece quién realmente eres; y luego está quién eres muy profundamente dentro de ti, que a veces ni tú mismo lo sabes, ese monstruo que puede salir en las condiciones más extremas.
Y, luego, que es una historia muy anclada a la realidad, a la verdad. Eso era lo que más me obsesionaba desde el principio, en todo: diseño visual, guion, interpretación, decorados… que todo se sintiera auténtico y real, no estilizado, no caricaturizado, no especialmente bonito. Hay una gran decisión detrás de todo eso.
A esas capas se suma que cada capítulo se narra desde un punto de vista diferente. ¿Qué supuso eso para ti, como director?
Mucho trabajo de mesa: solo, con papeles y un bolígrafo. Me preparé un documento bastante amplio para trabajar con los actores, que incluía para cada personaje una pequeña biografía; un libro, una película y una canción para que los trabajaran; un animal que simbolizaba a cada uno, para que pudieran trabajar como si fuesen él en la trama; y un mapa que establecía qué relación tenía ese personaje con cada uno de los demás, tal vez con una pequeña anécdota, y muchas veces no coincidían las maneras en que uno y otro se veían respectivamente.
Entonces, a la hora de ir al set, los actores ya habían trabajado con eso, y al momento de rodar todo se enriquecía mucho.
Has dirigido cine y en los últimos años te sumaste a este gran momento de la ficción televisiva. ¿Qué te aporta la TV respecto al cine?
Yo creo que esa barrera ya se ha roto. Al final es contar historias. Es verdad que la televisión tiene una serie de reglas (generar un buen cliffhanger, presentar a los personajes en la parte de acción, los actos se dividen en espacios de tiempo distintos…), pero al final lo único que cambia es la manera en que le presentas la historia al público.
Pero cambia contar una historia para que encaje en el prime time de una cadena comercial, que para una plataforma de streaming.
Yo he trabajado siempre al borde del despido. Hablaba con Jesús Colmenar sobre este tema, y decíamos que no hay que intentar complacer a nadie. Hay que intentar complacernos a nosotros mismos. Contar las cosas desde las tripas, más allá de los ejecutivos, los productores, las cadenas y el público. Al final, somos autores y creadores, y tenemos que hacer lo que a nosotros nos vibre. Porque de esa manera podremos hacer vibrar a los ejecutivos, los productores, las cadenas y el público.
Trabajar al borde del despido significa romper las reglas y si tú lo sientes, lo vas a poder vender. Y esto es igual en televisión que en cine.
Cuando me llamó Marc Vigil, que fue quien me dio la entrada a la TV con El Ministerio del Tiempo, yo le dije que nunca había hecho televisión. Y me dijo: «Es que lo que yo quiero es un narrador». Y por suerte puse ese primer pie en la televisión cuando empezó a cambiar. De hecho, El Ministerio del Tiempo fue una de las pioneras en intentar no hacer la serie de siempre, sino que tuviera una personalidad especial.
Fuiste productor ejecutivo en Frontera verde, la serie colombiana de Netflix. ¿Cómo ves esta figura en la creación de ficción?
La producción ejecutiva me encanta. Es un concepto muy amplio, en Frontera verde estuve en la parte del desarrollo. Dynamo tenía un concepto, y me buscaron a mí para desarrollarlo y poder cerrar un acuerdo con Netflix. Fue un trabajo muy bonito, mano a mano con ellos, creando la biblia, los personajes, las tramas… hasta que Netflix dio luz verde, y de una manera natural se trasladó a Colombia y se sumó Ciro Guerra, que conocía más de primera mano todo aquello.
Creo que es el futuro de muchos de los guionistas y directores. Porque vas aprendiendo mucho de la industria, y como productor ejecutivo puedes dar tu conocimiento a las obras.
¿Qué proyectos tienes entre manos?
Suelo jugar entre proyectos que me ofrecen y proyectos míos que intento sacar adelante. Pero aunque me lleguen de fuera, sí que intento estar involucrado y poder entrar muy pronto. No me gusta llegar a cubrir una pieza.
Ahora en el corto o mediano plazo, estoy con una película titulada Objetos. Es un thriller producido por Cristina Zumárraga y Pablo Bossi, con Tandem Films, y es una coproducción entre España y Argentina. Es la historia de un tipo que trabaja en un almacén de objetos perdidos al que un día le llegan los restos descompuestos de un bebé escondidos en una maleta, y se convierte en una especie de detective improvisado para descubrir quién era la madre de ese niño, y se mete en un submundo de tráfico de mujeres y venta de niños. Es un guion maravilloso de Natxo López, que lo venimos trabajando hace tiempo. Esperamos rodar en primavera o verano del año que viene.