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La peste del insomnio: la pandemia bajo la mirada de Leonardo Aranguibel

Leonardo Aranguibel detalla a Revista TTV Digital el proceso de creación del corto producido en confinamiento, con textos de Gabriel García Márquez y un elenco de talentos de la región, estrenado vía streaming por la Fundación Gabo.

En pleno confinamiento, Leonardo Araguibel creó, escribió y dirigió La peste del insomnio, un corto de 15 minutos que incluye la participación de un equipo técnico y más de 30 talentos de Latinoamérica (*), y que la Fundación Gabo de Colombia estrenó el pasado 11 de junio vía streaming.

En diálogo con Revista TTV Digital, Aranguibel comparte detalles sobre el proceso de inspiración, desarrollo y realización de esta pieza audiovisual hecha sin fines de lucro y como «una historia de solidaridad, amor y esperanza».

¿Cómo surgió la idea del corto La peste del olvido?

Surge en el comienzo del confinamiento en abril que estaba todo el pico gravísimo en Italia, España y Nueva York. En cuarentena desde mediados de marzo viendo y leyendo cosas en redes y prensa, fue como un impulso de los que estamos en este oficio de la necesidad de decir cosas. Yo sentía que todo era muy oscuro y quería transmitir un mensaje de esperanza y solidaridad; no solo a los que estaban sufriendo en forma directa sino a los que estábamos sufriendo la incertidumbre y el descubrir o confirmar lo vulnerables que somos.

Recordé la historia de Gabriel García Márquez que está presente en prácticamente toda su obra. De hecho, hay hasta una novela que lleva en su título el tema de esa fijación que tenía el con las plagas, pestes y pandemias. Lo busqué y empecé a leerlo de nuevo y me dije: «Oye, me gustaría hacer algo». Envié un mensaje a mis amigos, gente de la industria con la que he trabajado, porque este es mi medio, yo vivo de esto y, de algún modo siento que es como una responsabilidad a la que nadie te ha convocado, pero para la que nadie te tiene que convocar. Es como algo que tiene que partir de los ciudadanos, de cada persona. Y todos respondieron con el entusiasmo que requería la gravedad que estábamos viviendo.

¿Cómo se armó el equipo de producción?

Para poder llamar a amigos y gente que participara, tenía que estar seguro de que tenía una cosa que iba a funcionar. Llamé a un amigo y colega que quiero mucho, un director muy destacado, que lo conozco desde los tiempos en que solo vivía de la edición, que es Marco Colantoni; trabaja y reside en Bogotá desde hace bastantes años. Inmediatamente le gustó la idea. Empezamos a ver cómo podía ser técnicamente e incorporamos gente. Marcos llamó a Miguel Oldenburg que vive en Nueva York, un exitoso diseñador de arte en TV, y también llamó a Eddy Thomas, un gran animador 3D radicado en Madrid. Yo llamé a amigos productores en mercados importantes como Mariano Carranco en México, Cabe Bossi en Argentina, Lucila Hertzriken en Brasil, Oscar Godoy en Chile y Silvia Durán en Colombia. Les conté cuál era mi idea y les pasé el guion para que lo leyeran.

¿Cómo fue la concepción del guion?

Hice como un rompecabezas. Copié los textos. Los armé en el orden en el que quería que fueran leídos. No están igual en los libros de García Márquez. Tuve que tomar una pieza aquí y ponerla allá… Lo dividí en 52 textos para ser leídos. Teniendo toda la estructura y el equipo empezó la segunda etapa que fue llamar a los actores.

Hay reconocidos talentos de países de la región…

Me ayudaron muchísimo estos productores que mencioné y otros como Luis Balaguer. Me pasaron los teléfonos. Todos respondieron muy bien. Yo hablé personalmente con cada uno de los 31 actores, que son 31 talentos maravillosos. Con esto no solo ratifican los maravillosos actores que son, sino que además los grandes seres humanos que son, sabiendo que están dispuestos a colaborar de forma honoraria.

Pienso en el desafío de la dirección a distancia de actores, iluminación, la concepción visual en general…

Esto es una de las cosas más interesante de este proceso. Decidimos elaborar un tutorial que desarrolló Marcos. Trabajamos primero con Miguel Ondelburg la propuesta visual. Yo no quería que hubiera imágenes terribles de cadáveres en las calles de Guayaquil, enfermos apilados en los hospitales de Bérgamo en Italia o ambulancias por las calles de Nueva York. Quería que hubiera un mensaje poético pero que no disminuyera la gravedad de lo que estábamos viviendo. No se trata de ocultarla, se trata de que la gente lo viera con otro ánimo. Yo pensaba en ese momento, y los sigo pensando, que necesitamos una voz de aliento.

Con el tutorial que les enviamos incluía unas especificaciones técnicas, cómo «setear» el teléfono celular, porque está hechos con celulares… No mandamos ningún camarógrafo. Les explicamos cómo debían hacer la toma, buscar las fuentes de iluminación. Luego les pasamos referencias visuales. Les pedimos la distancia para garantizar el sonido. Y luego estaba la llamada telefónica donde les decía cómo era el tono que yo quería que fuera leído. Algunos me preguntaban: ¿Me lo aprendo de memoria? ¿Lo leo en la pantalla? ¿Estoy actuando? Nos mandaban pruebas…

Y uno trata de suavizar ese contraluz, hicimos todo lo posible. En algunos casos hay limitaciones porque algunos de ellos no tenían las posibilidades por el lugar donde estaban haciendo su cuarentena. Lo bonito es que a mí me gustaba mucho cuando recibíamos los materiales y había contrastes. No queríamos que todo se viera igual con el mismo encuadre o misma luz. Que hubiera esos pequeños saltos hace que se transmita que son interpretaciones personales, que están en su casa como para lograr esa intimidad…

Fue toda una gran experiencia de creación colectiva…

Cuando lo terminamos, el domingo 7 de junio, hicimos una reunión por Zoom con todo el equipo técnico que colaboró detrás de cámara, para brindar juntos cada uno desde su casa y desde su país, porque había gente de Madrid, Nueva York, Buenos Aires, San Pablo, Bogotá, Santiago de Chile, Miami… Y nos dimos cuenta por una foto del chat que yo creé en el WhatsApp para invitarlos a participar que tenía fecha del 18 de abril. Son unos 48 días… Hicimos todo eso que te acabo de contar. Estuvimos en una conferencia por streaming de la Fundación Gabo y la productora colombiana Silvia Durán decía que, si lo hubiéramos hecho en un tiempo normal, todavía estaríamos haciendo negociaciones, porque hubiera llevado un año y nos llevó menos de 50 días.

¿Cómo fue el vínculo con la Fundación Gabo?

Obviamente la Fundación Gabo es el hogar natural de este contenido. Entramos en contacto en el proceso de la producción. Fue muy conmovedor porque su director general Jaime Abello Banfi, quien fundó la institución con Gabriel García Márquez hace 25 años, quedó fascinado con el proyecto desde el comienzo. Encontró que reflejaba muy bien el espíritu de García Márquez, lo cual nos honra. Yo soy un amante de la obra de García Márquez. Siempre dije que aprendí a leer con sus textos. La Fundación Gabo nos ha estado prestando un apoyo incondicional y maravilloso. Se tomaron para sí el proyecto. Han hecho seminarios, campañas de prensa, montaron el corto a YouTube. Para mí es un gran orgullo.

¿Cuál fue el feedback después del estreno?

Me siento verdaderamente abrumado y muy conmovido. Y sé que en esto represento a todo el equipo que trabajo. Porque lo seguimos conversando. Ese chat sigue abierto. Ya lo anunció Marcos hace unos días atrás: me propuso hacer un documental de cómo lo hicimos porque es una experiencia muy singular. Lo que me llama más la atención de la reacción de la gente es la conmoción emocional que ha causado. En cuatro días ya teníamos más de 300 mil views. Y los comentarios de la gente. Los de los amigos y colegas son maravillosos. Son grandes profesionales y te dicen cosas tan lindas y hermosas…. Pero la gente… Yo a veces me meto en los comentarios de YouTube o Facebook; dicen cosas como que les llegó al alma, que les produjo lágrimas… Yo sé que todos vivimos en estos momentos en un estado de angustia, donde descubrimos lo efímero que somos y sé que eso responde a todo eso, pero tiene que haber una conexión y ese es el mayor de los orgullos para nosotros.

¿Un mensaje para la comunidad en general?

Creo que una cosa que ratifica La peste del insomnio y experiencias como esta, es que el proceso creativo es un proceso que nunca se detiene. Los seres humanos siempre hemos enfrentado catástrofes, tragedias y momentos terribles de la humanidad y siempre nos hemos recuperado. Y eso es igual para todos los sectores, la industria, para nuestro pequeño grupo de colegas, familias y sociedad. Yo me quedo con esa frase que me alegra tanto que haya tenido resonancia, que la gente la mencione y la ponga en su Twitter; y que la pusimos en el texto inicial de nuestro corto y que es: «El sol saldrá de nuevo, siempre lo hace».

(*) Cast: De Colombia: Marcela Mar, Andrés Parra, Manolo Cardona, Julián Román, Maricela González y Ana María Orozco. De Argentina: Ricardo Darín, Adrián Suar, Leonardo Sbaraglia, Lorena Meritano, Carla Quevedo, Gustavo Garzón y Flor Raggi. De México: Dolores Heredia, Damayanti Quintanar, Héctor Bonilla, Gabriela Roel, Leticia Huijara e Irán Castillo. De Venezuela: Rebeca Alemán, María Alejandra Martín, Iván Feo, Javier Vidal, Julie Restifo y Mariaca Semprún. De Chile: Paulina García, Benjamín Vicuña, Luis Gnecco y Francisco Reyes. De Brasil: Alicia Braga. De Cuba: Yoandra Suárez.

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