La pandemia puso en suspenso la segunda temporada de La jauría y la apertura de oficinas de Fabula en México, donde producirá su nueva serie con Fremantle, Talitha Kum. Sobre estos y otros temas de ficción de TV habló Ángela Poblete con ttvOriginals.
Con un nombre ya consolidado en la industria cinematográfica y publicitaria, Fabula, la productora chilena fundada por los hermanos Pablo y Juan de Dios Larraín, creó en 2015 su departamento de televisión.
Y, tras numerosos contenidos non-scripted para cadenas de TV abierta de Chile, en los últimos años dio un vuelco decidido y potente hacia la producción de ficción premium, que ya dio sus primeros frutos: Amazon Prime Video estrenó El presidente en junio y La jauría lo hará en julio.
En la siguiente entrevista, Ángela Poblete, directora ejecutiva del área televisiva de Fabula desde su nacimiento, habla con ttvOriginals sobre pandemias, estallidos y nuevos proyectos.
¿En qué trabaja la división de TV de Fabula en plena pandemia?
Nuestro primer rodaje debería ser la segunda temporada de La jauría. La serie se va a estrenar por Amazon el 10 de julio y más adelante en Chile por TVN. La segunda temporada está ya escrita completa, estamos ultimando los guiones. Creo que va a ser la primera serie, o una de las primeras, que se va a rodar en Chile una vez que salgamos de la cuarentena.
¿Han desarrollado un protocolo sanitario para volver a filmar?
Elaboramos un protocolo que mi impresión es que está súper riguroso y estricto. Tomamos de referencia los de otros países, hicimos un match con las normas sanitarias de Chile y otras variables, y el resultado es muy profesional y muy completo. Aun así, la definición del cuándo podremos salir a rodar está en conversación permanente.
Hasta ahora, la innovación más grande probablemente es que estamos haciendo preproducción a distancia, una experiencia distinta que llevaremos a cabo hasta que haya que salir a hacer las cosas propias del rodaje, como ir a locacionar o a comprar arte.
¿En qué está el first-look deal que firmaron con Fremantle?
Nuestro acuerdo con Fremantle, que cerramos hace un año, ha sido una experiencia súper enriquecedora. Básicamente ellos tienen el derecho de ver nuestras series y opcionarlas, lo que nos ha permitido algo muy bonito, que es financiar en conjunto etapas de desarrollo.
Es un privilegio absoluto poder darle a los desarrollos el tiempo que requieren para poder construir personajes complejos e interesantes, darle las vueltas a la historia lo suficiente y con los mejores talentos posibles. Así nuestros proyectos se distinguen por tener una gran calidad en esa fase. Y normalmente eso nos permite llegar a los pitchings incluso con un piloto.
Esta inversión en desarrollo no era imaginable en Chile hace unos años…
Los presupuestos de desarrollo en Chile siempre eran muy pequeños. Y comenzó a pasar que la ficción más premium dejó de ser bienvenida por la TV abierta, donde los géneros más propios de la televisión, tales como la telenovela, fueron desplazando de alguna manera a este otro tipo de series. Y eso, junto con el advenimiento de las teleseries turcas, terminó haciendo un crack súper fuerte, y las series de ficción no encontraban lugar.
Hasta que de pronto, las plataformas empezaron a poner sus ojos en Latinoamérica, y ahí se generó un universo de oportunidades para que los latinos pudiéramos contar nuestras historias al mundo.
Yo creo que el mérito más grande de Chile en este sentido es que somos 18 millones de personas, un país chico, pero lo que tenemos es una tradición larga de saber contar historias, un país bellísimo con maravillas naturales, y un cine fantástico, con realizadores y escritores fantásticos. Todo eso nos ha permitido ir avanzando muy rápido en esta industria.
Y, por otro lado, creo que cada vez se desdibujan más las fronteras de la producción. Hoy día vemos chilenos produciendo en México… los talentos están volando. ¡Nosotros hicimos una serie [El presidente] protagonizada por un colombiano interpretando a un chileno! Hay una cosa muy bonita que se está dando de coproducir, de mezclar elencos, de que los directores viajen a dirigir series a otros países… que está generando una comunión inédita y muy bonita entre los latinoamericanos.
Talitha Kum, la serie que tenemos en desarrollo con Fremantle, es una historia mexicana, por ejemplo.
¿Producirán Talitha Kum desde Chile o directamente en México?
Nosotros íbamos a abrir oficinas en México en mayo… Nuestro plan se vio postergado por la pandemia, pero lo vamos a retomar en cuanto se pueda. Con eso, en Fabula tendríamos oficinas en Chile, en Los Ángeles y en México. Pero no nos interesa que sea una embajada de Chile en México, sino que sea una oficina de producción que trabaje con talento del país, que es impresionante.
En Latinoamérica llevamos mucho rato colaborando y tenemos unos dolores comunes, unas historias similares, unos períodos históricos parecidos… y eso hace que muchas historias no nos resulten difíciles de entender, a pesar de que cada país tiene sus particularidades. Y, desde ese punto de vista, algo bonito que sucede es que las productoras, al ir a producir otro país, utilizan talento local. Yo puedo partir escribiendo una historia desde Chile para México, pero luego incorporo talento mexicano, una mirada mexicana.
¿Cómo nace y en qué está el proyecto de Talitha Kum?
Talitha Kum nace de una idea de Marialy Rivas, una directora chilena, que un día vio una pequeña noticia sobre unas monjas que salvaban a chicas del tráfico sexual. A partir de ahí fuimos trabajando con la dramaturga chilena Manuela Infante, que es una genia, y con Enrique Videla, que es probablemente el escritor chileno con más experiencia en series. Con ese equipo fuimos amasando esta idea de un grupo de monjas «descendientes» de María Magdalena -que no era realmente una prostituta sino una infiltrada que se dedicaba a salvar niños del tráfico-, y a partir de ahí creamos toda una ficción que tiene un imaginario hermoso.
Es una serie súper potente, muy de acción: son monjas guerreras que por la noche se disfrazan de prostitutas y se infiltran… Es una serie del subgénero infiltrados, que es bien interesante hacerla en Latinoamérica, pero que tiene todo un trasfondo social, feminista y duro muy interesante.
Hay una cosa que nos representa mucho con este proyecto, que es la pregunta permanente de cómo podemos generar contenidos que tengan un trasfondo social, que estén involucrados con las materias con las que estamos discutiendo hoy día, pero que estén envueltos en un mundo del entretenimiento, que sean atractivos y sean capaces de convocar a audiencias masivas. Y esos tiempos de desarrollo nos permiten hacer proyectos de esa naturaleza.
¿Cómo se ha adaptado Fabula a las sucesivas crisis de Chile: la TV abierta, el estallido social, la pandemia…?
La crisis económica-financiera de la TV abierta chilena comenzó hace años, con el desalojo de la inversión publicitaria hacia los medios digitales. Luego llegó el estallido social y ahora la pandemia.
Pero las productoras chilenas supieron leer bastante a tiempo lo que venía sucediendo. Cuando la puerta de la TV abierta se cerró, hicimos una transición orgánica hacia el trabajo con las plataformas, que nos permitió no solo subsistir sino también empezar a contar nuestras historias al mundo. Ahí CinemaChile ha sido un ente clave en promover el trabajo de las productoras en el ámbito de la ficción.
También promueven la coproducción internacional. ¿Qué importancia tiene este modelo para Fabula?
Hoy día buscar socios estratégicos es todo. Lo que pasa es que también es un arte. Hay que lidiar con todo lo que implica sumar idiosincrasias completamente distintas a un proyecto. Podés imaginarte lo que pasa cuando se juntan un francés, con un chileno y un argentino… Hay un desafío al elegir a tu socio, pero luego también al trabajar: ser tolerante a las diferencias, verles lo positivo, aprender de los otros. Es un ejercicio de humildad.
Cuando solo reinaba la TV abierta, eran mucho más verticales las relaciones entre canales y productoras, ahora es todo más horizontal: las plataformas valoran que las productoras aporten valor creativo a la industria, y a su vez nosotras valoramos que las plataformas estén disponibles para hacer inversiones relevantes para contar historias.
¿Qué tipo de proyectos de ficción tienen en carpeta?
Estamos hoy día tratando de leer lo que sucede con el mercado y jugando con distintos tipos de producciones.
Ahora tenemos una cartera de proyectos que estamos levantando, que son más «film & run», más eficientes de hacer y más acordes a las reglas del Covid: proyectos un poco más livianos de rodar, más dinámicos, que permiten abrir y cerrar más rápidamente.
¿Qué es lo más importante para Fabula a la hora de apostar por un proyecto?
Que la gente esté enamorada de sus historias. No es un criterio muy objetivo, pero lo que mueve la aguja para que un proyecto entre o no a una etapa de desarrollo y que nos interesemos por trabajar en él tiene mucho que ver con la pasión de la persona que está detrás. Cuando hay alguien que está enamorado y obsesionado con esa historia, cuando le hace sentido, normalmente las cosas salen bien.
Del lado contrario, cuando son historias más oportunistas y alguien llega con algo que “hay que hacerlo porque tal lo está buscando” o “porque todo el mundo va a hablar de esto”, no nos terminan funcionando. No nos compromete, tiene poco que ver con quiénes somos.
La pasión es lo que se contagia y lo que finalmente genera un interés. Y luego a eso le ponemos todo el profesionalismo de la investigación, el desarrollo, adjuntar el talento adecuado a la historia… Pero, al final, el germen primero es el amor.