Aunque no es un fenómeno nuevo, en los últimos años de producción de ficción televisiva en Iberoamérica se ha hecho muy patente: las series en general, y los thrillers en particular, ya no se ambientan en lugares imaginarios y anónimos. Un escenario bien elegido es cada vez más determinante para lograr una historia redonda.
En esta era de oro de las series en español, los escenarios son cada vez más protagonistas de las historias.
Y aunque no es algo nuevo -ni desde luego exclusivo de la narración televisiva-, sí es llamativa su recurrencia en el boom actual del thriller, donde la elección de una locación real y potente parece ser ya un requisito indispensable para que la serie cobre vuelo.
Entre las decenas de ficciones premium producidas en Iberoamérica en los últimos años, es difícil encontrar historias ambientadas en escenarios anónimos o anodinos. Ni qué hablar de platós. Las series en general, y los thrillers en particular, están muy localizadas, al punto de que el lugar es determinante en el desarrollo de la trama, que no podría desarrollarse si se cambiase por otro.
En tiempos de sobreabundancia de series, un paisaje poderoso puede ser clave para destacar entre la multitud.
EL LUGAR, IDENTIDAD Y METÁFORA
Los lugares con nombre propio y todos sus componentes -y la consecuente huida de ciudades ficticias o pueblos intercambiables-, son el máximo exponente de esta contextualización de las historias para dotarlas de realismo.
«Desde el primer folio, buscábamos un entorno que fuera muy identitario: que de identitario que sea, no resulte español», cuenta a ttvOriginals Alfonso Blanco, director general de Portocabo, sobre los inicios de Hierro, serie de Movistar+ y Arte France.
«Cuando Pepe [Coria] vino con El Hierro ocurrió la magia: ¡lo tenemos! Tiene tanta fuerza el entorno, tanto poderío, que ya es transfronterizo y universal, da igual dónde es», sostiene sobre El Hierro, la más pequeña y lejana de las Islas Canarias.
Hierro, de hecho, podría ser el paradigma del thriller donde el escenario real actúa como un personaje determinante. Las claves del asesinato de Fran, de la búsqueda de sospechosos y de las dificultades de su resolución están marcadas por la peculiar geografía de la isla, su aislamiento, la tradición de la Bajada de la Virgen, el modo de vida de los herreños y su conexión con el mar y con el mundo exterior.
Algo similar ocurre en la serie Kosta (The Paradise), producida por The Mediapro Studio para YLE de Finlandia y Orange TV de España. La historia gira en torno a una serie de crímenes que ocurren dentro de la mayor comunidad de residentes finlandeses fuera de su país, en la Costa del Sol española. Los encargados de resolverlos son un agente español con fuertes lazos con los residentes nórdicos, y una de las mejores detectives de la policía de la ciudad de Oulu.
«En Finlandia somos más eslavos que escandinavos y estamos siempre esperando que venga la felicidad, un cambio… algo más para la vida, como dice Chéjov», cuenta a ttvOriginals Marja Pyykkö, directora de los ocho episodios de Kosta (The Paradise).
«Siempre que los de Finlandia vamos a la Costa del Sol pensamos que también vamos a cambiar nosotros, que el sol va a quitar todos nuestros problemas. Y eso claro que no pasa», reflexiona. «Las ciudades son como metáforas para temas muy humanos, buscando el amor, la felicidad… Algunas cosas sí se pueden cambiar cuando cambias de lugar, pero otras se quedan contigo».
El contraste entre el frío Norte y el cálido Sur de Europa -acentuado con una fotografía con ambientes oscuros y grises en Finlandia y con el sol y la luz del Mediterráneo- hace que la serie no pueda confundirse con otra.
PUEBLOS FICTICIOS, REGIONES REALES
En otros casos, los autores optan por crear pueblos ficticios, pero localizados en zonas reales y reconocibles.
Es el caso de Néboa, thriller producido por Voz Audiovisual para RTVE: la isla de Néboa no existe como tal, pero se rodó en escenarios de la provincia de A Coruña (Galicia) que transportan al espectador de lleno a ese mundo de leyendas sobre cuevas, crímenes y mitología.
También es imaginario el poblado de Kerren, ubicado en la Isla Grande de Tierra del Fuego, donde transcurre la serie chilena Helga y Flora, de Suricato para Canal 13.
La Patagonia se convierte en un personaje más en esta ficción sobre las primeras mujeres de la policía fiscal de Chile y un suceso que desencadena una ola de crímenes y situaciones de extraña connotación.
«Creo que la Patagonia misma se transforma en otro gran y maravilloso personaje que suele robarse la historia por su extraordinaria belleza», aseguraba Alessandra Guerzoni, actriz de Helga y Flora. «El clima y el viento fueron lo que, a su vez, moldearon no solo el aspecto sino que también las características propias de los personajes (…). Las dificultades fueron, al final del día, grandes riquezas tanto en términos de la producción como en términos personales y colectivos en el dar cuerpo a esta historia».
Y la extensa Patagonia, que abarca el sur de Argentina y Chile, es también el escenario elegido para El acantilado, serie anunciada por The Mediapro Studio y Vice Studios.
Allí, el rol de la Patagonia va más allá, ya que las productoras enmarcan la ficción dentro del subgénero «Patagonia Noir», en línea con «el tono creado por Martín Hodara en la película Nieve negra, donde el escenario se convierte en un protagonista más».
Este thriller policíaco, cuyo rodaje se realiza en localizaciones reales de Chile, también se desarrolla en un pequeño pueblo de la Patagonia, en este caso afectado por los suicidios de varios adolescentes. Juana y Miguel, protagonistas de la serie, «convergen en este recóndito lugar del mundo, donde aportarán una mirada nueva que los hace aptos para meterse de lleno en este laberinto policial».
Por último, otro escenario que las series premium de habla hispana han sacado a la luz recientemente ha sido la Selva del Amazonas.
Frontera verde, el thriller colombiano de Dynamo para Netflix, se sirve de «la manigua» -como le llaman a la inexplorada y sagrada selva- para dotar de misterio y realismo a la investigación de los extraños asesinatos que desembocan en un descubrimiento sobrenatural.
Del mismo modo, la primera serie original colombiana de HBO Latin America, Mil colmillos (Rhayuela Films), se adentra en la selva amazónica para narrar la historia de un comando de élite del Ejército de Colombia que tiene la misión de acabar con el misterioso líder de una secta que guarda un secreto de más de 500 años.
En este tiempo de consumo audiovisual sin fronteras, las series se han transformado en escaparates perfectos para dar a conocer pueblos, ciudades y regiones a espectadores del mundo entero.