En la siguiente columna de opinión, Milagros Tuccio invita a repensar el rol de la curaduría en los medios y la adquisición de contenidos, defendiendo la vigencia del «no algoritmo» como chispa creativa que puede transformar la oferta audiovisual y devolver la magia del hallazgo inesperado.
Si escucho «Dancing Queen» de Abba, más allá de saltar y lanzarme a bailar, la plataforma desde donde la escucho me sugerirá de inmediato: Los mejores hits de Abba, un repaso de los Bee Gees, «Funky Town», «September» de Earth, Wind & Fire y hasta Raffaella Carrá, probablemente.
¿Quién fue ese DJ «disco» que se metió en nuestro teléfono?… pues no otro que Don Algoritmo (… quien de igual forma, nos puso algo de ritmo, ¡valga reconocerlo!), que captó nuestra esencia y casi ADN y tomó el control de la “programación” de lo que deberíamos escuchar, para seguir en sintonía.
Cuando intenten colocarse en nuestros «zapatos de baile», como especialistas en adquisición y curaduría de contenidos, la figura aparenta ser bastante similar. Claramente tenemos un presupuesto definido, sí, pero es en base al target a quien vamos dirigidos, junto con la línea editorial y perfil del medio para el cual buscamos adquirir estas producciones, que prácticamente formamos el propio «algoritmo» de lo que debiera «calzar» en las franjas horarias de nuestra programación (si nos orientáramos al Free o Pay TV), o el tipo de contenido que completará la parrilla de assets a consumir bajo demanda, adhoc al perfil de usuario suscrito a nuestra plataforma y al foco que tenga la misma (cine independiente, latinoamericano, ópera, teatro, animación, blockbusters, etc.).
De esa manera, vamos escuchando, viendo, leyendo, pensando, VIVIENDO… alrededor de ese «recuadro invisible» que hace que nos circunscribamos en esas “4 paredes” que moldean nuestros gustos y que van alineando la inteligencia detrás de los recomendadores. La misma IA, evidentemente, se basa también en algoritmos y es la causa de que sintamos que ChatGPT sea nuestro viejo amigo de la infancia, porque hasta ¡habla como nosotros!
¿Dónde quedó la magia del zapping televisivo?, que hacía que saltemos de un noticiario a un documental de cebras en Kenia, pasando por el último concierto de K-Pop y la emisión número 3 millones de «La boda de mi mejor amigo»… Y donde, probablemente, nos detengamos a descubrir algo de la vida en África, pues aquel frame con los animales a rayas, captó nuestra atención y, quizás sin pensarlo, empiece a formar un nuevo gusto en nosotros, que no teníamos mapeado.
Es ahí donde, como «buyers», nos preguntamos, ¿es que acaso el «no algoritmo» no es válido?, ¿es que acaso el encontrar contenido con un valor diferencial, sea cual fuere, no pudiera ser apto también para el medio y público al cual vamos dirigidos y, luego de una concienzuda evaluación, estándares de calidad y curaduría por supuesto, sintamos que puede ser un diamante que hará brillar nuestra programación y que probablemente “refresque” un poco el «cuadriculado» scroll en el que estamos inmersos y un tanto, nuestra audiencia también?… Me atrevo a decir que ¡SÍ, ABSOLUTAMENTE!.
Y sí, puede ser un riesgo y debemos poder medirlo y controlarlo (trabajando investigación de mercado, análisis de contenido, focus externo e incluso interno, etc.), pero buscar tomar la decisión de hacerlo, así sea excepcionalmente, es más que válido. Pues sino cómo explicamos la llegada de las telenovelas turcas a Latinoamérica y el furor que generó su aterrizaje (cultura que por distancia e ideología, hubiésemos pensado que nunca tendría conexión alguna con nuestra región y nos dio la inmensa lección de la identificación que logra el melodrama como género, más allá de la nacionalidad), o los contenidos bíblicos (con un empaque «reloaded» y alta carga de melodrama clásico, también) que sólo estaban “permitidos” en Semana Santa; o animaciones rusas para niños latinoamericanos, o aquella serie coreana distópica en donde perdías la vida si perdías un juego… y el globo terráqueo entero decidió no perdérsela y convertirla en un récord de visualizaciones, etc.
Soy una absoluta apasionada del «no algoritmo», guardando total conciencia de que hay que preservar la orientación y el propósito del medio al cual pertenecemos, pero no dejar de proponer siempre, creativa y proactivamente, que luego de un mar calmo de contenidos, aparezca para nuestro usuario, una ola que le permita pararse y surfear, disfrutando un poco de la adrenalina, novedad y oxigenación… de salir del «recuadro».
Estamos inmersos en las apasionantes industrias creativas y como tal, destaco siempre el «mimo» que me resulta denominarnos «curadores» (me encanta), pues el audiovisual ES arte y efectivamente no podríamos hacer nuestro trabajo sin aquella sensibilidad particular que nos da el estar constantemente visionando, leyendo proyectos, evaluando decks… pero también viajando, consumiendo teatro, danza, cine en salas, pintura, lectura… CULTURA en todas sus formas. Los audiovisuales no debiéramos nutrirnos únicamente de audiovisual, nuestra sensibilidad se forma con mucho, pero MUCHO más.
Ciertamente en nuestro trabajo, también interviene el componente cuantitativo: La data, herramientas de IA para la predicción de performance o para seguir la huella digital de nuestra audiencia (aunque sigamos sin inventar la bola mágica de ¡qué funcionará y qué no!), pero que no hacen otra cosa que potenciar el criterio a la hora de evaluar y seleccionar el contenido y que finalmente, nos permiten combinar intuición editorial con datos objetivos. No obstante, nada cuantitativo será útil per se, si nuestra “masa cris” cualitativa no entra en juego.
Sigamos con los binoculares muy puestos para la búsqueda de los mas atrayentes contenidos para nuestro target, pero permitámonos sorprender… y sorprender-nos como cuando el zapping era nuestro único scroll. Y no veamos a la IA como una amenaza en nuestra curadurÍA, permitamos que sea nuestra aliada, responsablemente… y mirémosla con simpatÍA.
Los dejo, pues terminó Dancing Queen… y arrancó Carlos Vives. Mi formado «no algoritmo» hace que salte de nuevo a bailar, pero ahora con sabor latino – «iberoamericano»… como el mercado que nos acoge en Madrid, donde prima nuestro querido castellano. Gracias les doy por acompañar estas líneas y deseo tengan un ¡extraordinario mercado!… Y que la sorpresa siga invadiendo nuestros tan amados medios, ofreciéndole también a nuestro público… algo mágicamente ¡inesperado!.
*Milagros Tuccio es ejecutiva senior en Gestión y Adquisición de Contenidos, consultora, productora, y creadora de formatos multiplataforma.